Thursday, September 17, 2015

Artistas y poetas - epílogo a "Himnos a la Muerte"

¿Tu valentía se atrevería
a todo conmigo?

Leyla Margarita Tobías Buelvas



El poeta, a diferencia de los académicos, no escribe dogmas; su canto es de hecho un conglomerado de voces que ha escuchado, comprendido, amado y masticado a lo largo de sus días: versos azules y rojos, despreciados y adulados, criminales y de abolengo, solitarios y confabulados, libres o comprometidos. Karl Jung y Joseph Campbell señalaron que los artistas crean arquetipos universales en sus obras. Amén de la verosimilitud, que no requiere de fidelidad cronológica, el artista más genuino posee, en palabras de Michael Chejov, un ego elevado que le permite hacer suyo cualquier rol, apropiarse de una vida extranjera, incluso aquellas que la sociedad condena. La única profesión que acoge el sufrimiento con júbilo es la actuación; no deja de sorprenderme las penalidades que tuvo que sufrir Heath Ledger para encarnar un personaje desenfrenado, recobrado del infierno o de los pensamientos más siniestros, arquetipo de la maldad congénita. El Guasón debía ser inhumano porque la humanidad de hoy es tan inhumana que aplaude la construcción de muros entre las naciones.  Ibsen y Herman Hesse comprendieron que en una cultura supeditada a las imposiciones de una mayoría, la construcción de la personalidad era una necedad:


Uns ist kein Sein vergönnt. Wir sind nur Strom, 
Wir fließen willig allen Formen ein 1

 



Los poetas conmueven a los dioses con oraciones que componen y que -para el deleite de los epigramistas-, sacerdotes y fariseos plagian e instauran como dogmas; sus lecturas y sus memorias les permiten anticipar las intenciones de sus enemigos; poseen, como Tiresias, el don de la adivinación, que Isaac Asimov llamó psicohistoria o el pronóstico del porvenir a partir de su estudio enciclopédico del pasado. Aspiran, como Esquilo, Lope de Vega, Brecht y Shakespeare a reescribir su vida y la del mundo, pues crean en cada personaje un ser cercano a sus afectos; su labor requiere de luz y transparencia, esto es, de altruismo, idealismo que los mancomuna con Dios, a quien aman o imprecan según sus creencias más íntimas, y quien con frecuencia los unge como profetas, e.g., San Pablo, Kierkegaard, el profeta Isaías -quien Hugo celebrase con pasión- y el inmortalizante Homero:

μῆνιν ἄειδε θεὰ Πηληϊάδεω Ἀχιλῆος 2

En civilizaciones primitivas y modernas fungen como administradores, embajadores, sacerdotes, pitonisas y santos. Como Hildegarda de Bingen y James Joyce, tienen certeza de su divinidad y ven en cada ser viviente a un nuevo hermano. Conversan con lobos como San Francisco de Asís y dan voz a los demonios, como el autor de El Libro de Job. Se lamentan de su existencia e.g., Calderón: Pues el delito mayor del hombre es haber nacido,  e insultan a Dios para reafirmarlo, e.g., Beckett: ¡Ese bastardo! [Dios] ¡No existe!, la misma voz que por boca de Estragon se compara con Jesucristo: ¡Siempre lo he hecho! Lo que para los artistas es diversidad, es inconsistencia para una humanidad educada en definiciones de avisos publicitarios, y que a duras penas ha preservado la obra de genios como Menandro, Bach, Poe y Kafka tras su deceso. En su afán de promulgar las enseñanzas de Sócrates, su maestro, Platón instauró la academia con el fin de concientizar a nuevas generaciones de las implicaciones éticas de las ideas.


Los poetas son necesariamente apasionados; obras maestras de la literatura como Marco Polo, Don Quijote de la Mancha y Antes que Anochezca fueron concebidos en prisiones. Ya Jesucristo, quien cantó a la posteridad en parábolas, fue calumniado por su movilidad social, pues al salir del templo se reunía con mercaderes. No es sorprendente, por lo tanto, que la mayoría de los poetas se aferren a su soledad, como Raúl Gómez Jattin: 

Los poetas, amor mío, son 
Unos hombres horribles, unos 
Monstruos de soledad, evítalos 3

Confesión que George Bernard Shaw presenta con ironía en Hombre y Superhombre: "The true artist will let his wife starve, his children go barefoot, his mother drudge for his living at
seventy, sooner than work at anything but his art".

Soledad en Dios, prescribe San Juan de la Cruz: imaginación poética e intercesión, pues a través de la palabra los poetas inmortalizan su entorno; condenan a sus oponentes, como Miguel Ángel, y defienden a sus protectores, como Quevedo. Sus meditaciones son en realidad conversaciones con Dios, sea éste el Ser, una creencia o una figura imaginaria, de los cuales sólo queda el residuo de sus versos; fue Nietzsche, quien, como Baudelaire, compuso odas a su divinidad antes de morir. 

El artista, el filósofo y el espectador sensible son todos poetas, aquellos que hacen de la belleza su compañera, a quien buscan y encuentran en cada pena o alegría, a cada esquina, en la admiración aristotélica que es el conocimiento, pues la vida misma es poesía: el alba, el canto del gallo, un retrato, una sinfonía o una actuación memorable. Pero plasmar la esencia en obras de arte tiene un costo. Los artistas hacen de su alma una casa de ventanas a la que colibríes, pumas e insectos llegan, y en donde los conflictos de convivencia son frecuentes.

Platón percibió que el cascarón de las creencias generales es el de las sombras o falsas imágenes de una caverna, enseñanza desafiante que dejó al desnudo la necedad de las almas condenadas, aquellas que en palabras de Bernard Shaw prefieren los tumultos y arrebatos de una confabulación a la placidez de una ópera de Wagner. Su audacia, ejemplificada en Eurípides, quien fue además de poeta dramaturgo, actor, cantante, bailarín, escenógrafo y consejero gubernamental, le  granjea  condecoraciones, pero también persecuciones, calumnias y destierros. Con los años, empero, su sensibilidad vence a sus más férreos enemigos: Plutarco recrea la historia de unos soldados que iban a ser ejecutados por los espartanos, y quienes antes de su inminente muerte se salvaron en virtud de unos versos que declamaron de Eurípides.  L’Amour fou que los franceses sintieron por François Villon fue motivado por su poema a Nuestra Señora de París: 

Dame du ciel, régente terrienne,
Emperière des infernaux palus…. 4

Sin reparar en la indiferencia de sus coetáneos, quienes insistían en la superioridad de Ben Jhonson, Shakespeare, acuciado por necesidades económicas, abandona las tablas tras décadas de consagración y se dedica a comerciar insumos; en vísperas de su mudanza de Londres concibe The Tempest una obra de teatro sobre el destino del poeta, que brilla gracias al perdón, y donde se revela como maestro espiritual de su comunidad, intercesor de los destinos, narrador de aventuras y demiurgo de sentimientos que consuelan:

Unless I be relieved by prayer, 
Which pierces so that it assaults 
Mercy itself and frees all faults 5

Las civilizaciones comprenden, como Whitman celebra, que el destino último de su lenguaje, su historia y sus vivencias es ser un personaje a bordo de sí mismo:

I celebrate myself, and sing myself,
And what I assume you shall assume,
For every atom belonging to me as good belongs to you 6

Grecia permanecerá en la Unión Europea por las sentencias de Sófocles, quien encarnó en Antígona las arbitrariedades de un Estado, y el Imperio Español seguirá siendo imperio por los versos de Quevedo: 

Polvo serán, mas polvo enamorado

Garcilaso: 

Sólo y lejano en tierra ajena 

O Calderón: 

¿La vida? Una ficción donde el mayor bien es pequeño

Poetas que junto a Cervantes, Lope de Vega, Sor Juan Inés de la Cruz y Tirso de Molina hicieron de palabras sus espadas, consolidando una península y un continente hoy dividido por facciones.

Los socráticos desconfiaban de los vates, pues veían que sin imponer un discurso eran incondicionalmente amados. Homero, Shakespeare, Goethe, Ibsen y Chéjov crearon personajes filosóficos que a la postre devendrían el Alter-ego de los líderes que aún modelan sus progresistas gobiernos. 


La aprehensión de los sofistas o minor poets, no carecía de argumentos, pues las naciones hoy sólo imponen laureles sobre sus poetas. Luis XIV los prefería a los políticos,  acaparando la genialidad de un Racine por el bienestar de la Flor de Lis, y los ingleses, quienes ensalzaron al delirio a Óscar Wilde, se ofendieron cuando su Dandy les señaló en carne propia su doble moral, atrevimiento que deslumbró a un imperio y le valió una sentencia a trabajos forzados. Años después Óscar confesaría con entrañable sarcasmo que ya que había vivido el éxito debía experimentar su caída, destino que había anunciado en El Príncipe Feliz con una ternura reservada a los niños: 

You have rightly chosen," said God, "for in my garden of Paradise this little bird shall sing for evermore, and in my city of gold the Happy Prince shall praise me… 7

En tanto nuestras sociedades, en el camino a su autodestrucción por el consumismo, pregonan la urgencia de enriquecerse en avisos que abruman los caminos, los poetas cantan a su felicidad en un mundo infeliz. Escribir es un ausentarse de la vida, de la conversación, de la fiesta, del gobierno, en aras de alentar la fiesta, la conversación, la vida, el gobierno. Aristóteles prescribió que sólo un filósofo podía gobernar con equidad; Alejandro Magno asumió su filosofía e hizo de su hipótesis el más grande imperio.

El poeta habla del Ser y la eternidad con mayor convicción que el físico a quien agencias de mercadeo presentan como sacerdote metafísico. Son los artistas, como Adorno prescribe, quienes revelan las melodías y cacofonías de su era; las baladas y sonetos de la pureza y las anatemas y aforismos del vicio, voces que cohabitan su imaginación como niños que precisan de una maestra que los guíe. Su biografía es una serie de aparentes contradicciones, pues sus versos expresan sentimientos que varían como la vida misma.   Es por ello que su inventiva no tienen necesidad de coherencia, detalle que inquietó a Fritz Lang y a Jean-Luc Godard a propósito de Hölderlin. Su locura es aceptada por la mera audacia de ser poeta, por las emociones que sus versos suscitan, como reza la tumba de un bardo griego:

Deja, Oh, Madre del Cielo 
Que mis versos sean como flechas
Que traspasen el corazón de quienes me escuchan

Las imágenes del cine fueron en su origen versos, tal y como lo demuestra Eisenstein en sus estudios sobre cine: diálogos y pensamientos que sin pretender imponerse modelan la visión del mundo. 

¿Quién duda que películas como El Ladrón de Bicicletas, Pequeño Gran Hombre, El Último Tango de París y Filadelfia han contribuido a las libertades civiles de las sociedades más progresistas a comienzos del siglo 21? 

Este volumen reúne cinco poemarios que compuse en conversaciones solitarias. Descubrí la literatura como casi todos, en el colegio, y mediante una colección de libros infantiles que mis padres nos obsequiaron: hermosamente ilustrados en pasta dura sus páginas alternaban crónicas de Louis Peru de Lacroix con poemas de García Lorca, adivinanzas populares, fábulas de Perrault y cuentos de las Mil y Una Noches, lecturas que  animaron mi invención. A los 16 años gané un concurso de poesía a la Virgen en el Colegio San Pedro Claver de Bucaramanga; dos años después publicaba mi primer poema en la Facultad de Comunicación Social de la Universidad Javeriana.

Hacia mediados de 1998 llegué a Portugal, en donde rentamos un apartamento con vista al Río Douro, que en español traduce Río de Oro, y el cual -no hay coincidencias,- es el nombre del río que baña los flancos de mi ciudad natal, Bucaramanga. Allí escribí al año siguiente, un doce de marzo, Himnos a la Muerte.

Sobre las Playas Griegas es un canto al amor desde bodas, aventuras e idilios; Plegarías, escrita sobre las bellas praderas de las afueras de Manchester, traduce mis conversaciones de soledad en Dios; Ciudades que me Desterraron es un estudio de los prejuicios de las sociedades que visité; El Azar y la Niebla una miscelánea de sentimientos o pensamientos. 


Notas


1 Ningún Ser nos es dado. Apenas somos corrientes

Dóciles fluímos en todas las formas
2 La cólera, canta Diosa, de Aquiles, hijo de Peleo
El verdadero artista dejará que su esposa sufra hambre, que sus hijos anden descalzos, que su madre se esmere por sobrevivir a los setenta años, antes que dedicarse a algo que no sea su arte.
4 Dama del Cielo, regente de la tierra
Emperatriz de las infernales explanadas…
5 A menos que sea aliviado por la oración
Que atraviesa lo que asalta
La piedad, incluso, y nos libra de las faltas
6 Celebro mí propio yo, y canto a mí mismo
Y lo que yo presuma tú lo presumirás
Pues cada átomo que me pertenece es también tuyo
7 Has elegido bien”, dijo Dios, “pues en mi jardín del Paraíso esta dulce ave cantará por siempre, y
en mi ciudad de oro el Príncipe Feliz me vanagloriará”.

Saturday, February 28, 2015

¿Indio o hindú? Un caso de neocolonialismo lingüístico

El pasado mes de enero, en una entrevista con Vanguardia Liberal, me preguntaron si en español de decía “indio” o hindú” para referirse a los nativos de la India. Respondí que aquel era un ejemplo del neocolonialismo, fuerza paternal y anónima que cohibe al ex-colono del dominio de su propio idioma. “Indio”, de hecho, fue empleado por más de quinientos años como sinónimo de “indígena” en todos los países en que se hablaba español. Recientemente, a causa de la globalización, ha surgido la peregrina teoría de que el término correcto es “indio” y que “hindú” debe ser empleado solamente para quienes practican el hinduismo como credo. ¿Cuáles son las causas de esta repentina idea, tan ampliamente divulgada, incluso contra los preceptos de la Real Academia de la Lengua Española? El concepto parte de los mismos hindúes, quienes emplean en inglés el vocablo “Indian” para referirse a los nativos de la India y “Hindi” para referirse a quienes practican la religión hindú. Dado que el inglés es una de las lenguas oficiales de la India, empleada durante décadas de guerras de independencia, los indostanos distinguieron dichos vocables al punto que ya es una ofensa para un hindú del sur, esto es, un tamil, que lo llamen “Hindi” en una lengua que ellos consideran cuasimaternal. 



Las primeras críticas al uso de la palabra “hindú” en español parten comprensiblemente de los hindúes que estudian el español como un idioma derivado del inglés, supeditado a sus vaivenes lingüísticos. El creer que la semántica de dos términos idénticos en lenguas emparentadas es la misma en una y otra es una presunción que se presta a equívocos, y es muy generalizada incluso entre hablantes hispanohablantes. Alfonso Reyes nos habla de una guerra que impidió entre Argentina y Brazil durante su estadía en Buenos Aires como embajador de México, en razón de la confusión que se dio en la prensa por el término “apenas” : en tanto que “apenas” en español es sinónimo de “a duras penas”, en portugués significa “solamente” o "difícilmente”. “Apenas ganha eleições” es una hazaña presta a ser malinterpretado por hispanohablantes que acusan una burla en la victoria.


La causa principal de esta confusión deriva no tanto de las raíces latinas y griegas que mancomunan al castellano con el inglés, sino del neocolonialismo aún imperante en la India, en donde el inglés devino referente obligado de disputas lingüísticas entre las 19 lenguas oficiales del Indostán: si hay algo que corregir acuden a la lengua de Shakespeare -cual huérfano que acude a su madrastra-, empleándola literalmente, tal y como ocurre con el español de los puertorriqueños: “Vamos al mall”. 


En el español, a diferencia del inglés, es muy fácil distinguir términos con varias acepciones por su contexto. Así, por ejemplo, sabemos que en la frase anterior “español” no se refiere a alguien oriundo de España, sino a un idioma de la península ibérica. El castellano es, por lo demás, como el francés, una lengua de análisis, rica en adjetivos sustantivados: “No todos los hindúes son vegetarianos, sólo quienes practican el hinduismo”. 


Decir “tengo varios amigos indios” es, por lo tanto, academicista en un continente en donde los indígenas aún se refieren a sí mismos como “indios”. ¿Y que ocurre si la globalización nos obliga a distinguir ambos términos como ocurre en la India? En tal caso valdría más emplear el término “hindi” para referirse al practicante de la religión hindú. Un neologismo con seguridad tendrá mejor fortuna que una corrección aparatosa, si acaso humillante, por no decir confusa, sobre millones de parlantes.

El mismo razonamiento se aplica a "India" sobre la India, una transliteración del inglés que sacrifica el artículo castellano. Tal es la presión de los internautas que la RAE acepta hoy por hoy ambas acepciones. 

Otro dilema lo plantea la semántica despectiva que el vocablo “indio” conlleva, hasta el punto que los intelectuales prefieren hablar de “indígenas”. La acción afirmativa ataca estos vocablos, llegando incluso a prohibirlos, tal y como sucedió con “nigger” en los Estados Unidos. La práctica ha demostrando, sin embargo, que las palabras condenadas adquieren un uso más fuerte en las mazmorras del insulto.